La prudencia o sabiduría práctica en el terreno empresarial
La prudencia no es solo una virtud personal, sino un pilar fundamental para la construcción de sociedades más justas y empresas más prósperas
La prudencia para no pocas personas está equivocadamente relacionada a la falta de riesgo, a veces pusilanimidad e inacción. Por eso es una virtud descartable e inútil para quien no la conoce. En el campo empresarial se habla de eficacia, crecimiento, dinero, personas, riesgo, toma de decisiones, lo paradójico es corroborar el esfuerzo denodado y muchas veces fútil de muchos empresarios y gobernantes por mejorar el acierto en sus decisiones sin considerar a la prudencia como parte fundamental para realizar dicha actividad.
La prudencia se toma del verbo provideo, que significa ver de lejos, ver antes, prever. La indecisión puede proceder de pensar que todavía se puede encontrar algo mejor. Claro está que en materia práctica todo acto humano es perfectible, sin embargo, será propio del hombre anancástico dilatar algunas actividades por buscar la “perfección” de su obra. Este será en todo caso un pusilánime e irresoluto, pero no un hombre prudente, porque entre la prudencia y la indecisión hay un abismo de distancia. Tanto la acción moral como la laboral son para practicarlas, no para predicarlas. Más aún, hablará correctamente de ellas y con mucha mayor autoridad sólo quien las vive y practica.
Desafíos de la Gestión Imprudente
El imprudente refleja en sus decisiones una mirada cortoplacista, que se obsesiona con lo medible, que asume que una buena gestión es siempre el reflejo único de los resultados económicos, que los colaboradores en última instancia pueden ser instrumentos para los fines de la empresa.
Algunas de estas aproximaciones son causas de la alta rotación de personal, numerosos despidos, el aumento de miembros del sindicato, la desmotivación, falta de compromiso, entre otras tantas consecuencias por la falta de prudencia, ejemplaridad y competencia de sus gerentes al mando, en otras palabras la deficiente formación humana de directivos que terminan siendo víctimas y victimarios de un sistema deshumanizante.
La Relevancia de la Prudencia en Diversos Ámbitos
La virtud de la prudencia perfecciona la razón práctica. Se le conoce como auriga y genitrix virtutum porque perfecciona, rige y conduce a las virtudes de la voluntad; se la considera como el origen y fuente de las demás virtudes. Prudencia o sabiduría práctica es una de las cualidades de las que más se carece en materia política, empresarial, familiar, jurídica y otros ámbitos.
Leonardo Polo solía repetir que la persona prudente ‘prevé’, mientas que la que no lo es ‘constata’. ¿Qué constata? Sus errores, es decir, las faltas de sentido de sus acciones y los problemas que con ellas provoca. Si se carece de prudencia, se tiende a uniformar a los demás, o a hacerles adoptar lo que a uno le ha ido bien. En cambio, quien es prudente antes de dar un consejo a alguien, primero observa y escucha, y luego no receta lo que a él le funcionó, sino lo que le podría ir mejor a su interlocutor. Sabe que sin libertad personal no hay nada que valga la pena; por tanto, intenta encauzar la libertad personal de cada quien hacia su propio fin.
En suma, es crucial revalorizar la prudencia como una virtud esencial en todos los ámbitos de la vida humana. En el contexto empresarial, su aplicación puede transformar la cultura organizacional, promoviendo un liderazgo más humano y efectivo. Un líder prudente no solo busca resultados económicos, sino también el bienestar y el desarrollo de sus colaboradores, comprendiendo que el éxito sostenible de una empresa radica en el equilibrio entre la eficacia y el humanismo. Esta perspectiva integradora permite decisiones más sabias y justas, contribuyendo a un entorno laboral más sano y productivo. Así, la prudencia no es solo una virtud personal, sino un pilar fundamental para la construcción de sociedades más justas y empresas más prósperas.