Unidos por una misión en común: La epopeya de los sobrevivientes de Los Andes

Es fundamental implantar un liderazgo de ideas buenas y verdaderas, encontrar a personas capaces de ejecutar dichas ideas y un equipo alineado por una misma causa

Por Juan Alonso Sardá
Jefe del Centro de Liderazgo para el desarrollo UCSP

“La prosperidad muestra a los dichosos, la adversidad revela a los líderes”, este viejo proverbio se manifiesta en el milagro de los sobrevivientes del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que partió el doce de octubre de 1972 con 45 pasajeros. Algunos dirán que sólo sobrevivieron dieciséis, otros afirman que dicho número no hace más que desvelar el milagro y detalles que tiene Dios al salvar a dieciséis valientes que se aferraron a la vida haciendo posible lo imposible.

Como señala uno de los dieciséis, el mayor milagro no fue sobrevivir a la montaña después de 72 días, sino que una parte de un avión de esa envergadura no se haya hecho pedazos luego de la colisión con la cordillera a 300 kilómetros por hora. Lo cierto es que estas dieciséis personas han dejado un legado muy valioso al mundo. Una historia que merece ser conocida, difundida y valorada porque a veces ni la misma muerte puede con uno mismo cuando te despojas de los vicios, superficialidades, preocupaciones mundanas y otras cosas que te apartan de lo esencial de la vida. 

Hay dieciséis cordilleras, hay dieciséis historias que guardan consigo un valor incalculable para la humanidad, pero también hay una historia de dieciséis hombres que viviendo primitivamente y de la forma más crítica afirman haber tenido una experiencia de elevación espiritual que les daba la fuerza necesaria para luchar por su comunidad.

Algunos de los sobrevivientes sostienen que esta comunidad de la nieve fue posible por el conocimiento y cohesión que tenía este grupo antes de vivir esta tragedia, otros en cambio aseguran que en estas condiciones si el ser humano decide pelear por la vida y la de los demás no importará si estás con amigos o familiares. Podría ser que sufrir un drama con tu familia o amigos despierte mayor grandeza, servicio y abnegación que vivir la adversidad con extraños que no conoces.

En todo caso, la clave de lectura de esta proeza humana pasa por la donación desinteresada e incondicional de personas que libremente deciden luchar por sus vidas y por la de sus amigos. En una situación de esta magnitud todo empeora, cada día suele peor que el anterior, no es normal, pero se puede lidiar y convivir con la muerte. Al estar despojado de toda pretensión de lujo y de bienes materiales indispensables se puede dotar de sentido la existencia cuando se tiene una comunidad y a Dios que te sostienen y acompañan en la agonía y desesperación. 

El día once ocurre un suceso crucial en el devenir de esta historia

Once días después del accidente se enteran por la radio que la búsqueda ha sido suspendida. Después de muchos años uno de los sobrevivientes cuenta que al enterarse de esta noticia sintió que el mundo los había abandonado, que el mundo continuaría su marcha aún cuando ellos sigan vivos y esperando ser rescatados. Pero también señaló que desde el momento que se enteraron de la suspensión de la búsqueda del avión sabían que ahora tenían que emprender la tarea más ardua de sus vidas, y que la sobrevivencia dependía de ellos. Pudieron dejarse morir, pudieron quejarse e increpar a Dios por el horror que les tocaba vivir, en cambio, decidieron unirse y pelear por un objetivo en común: la vida.

En el gélido abrazo de la cordillera, donde el frío corta como cuchillos y la supervivencia es una danza en el filo, la resiliencia se convierte en un relato épico de coraje humano de esta comunidad. Aquí, los sobrevivientes no solo desafiaron las gélidas ráfagas, sino que también tejieron una red de fortaleza emocional ante la pérdida y el aislamiento. En este escenario implacable, la comunidad se erige como un refugio vital, mostrando que la resiliencia es una sinfonía colectiva de supervivencia. A través de la adaptación ingeniosa, la celebración de pequeños éxitos y la obstinada perseverancia, la sociedad de la nieve nos recuerda que, incluso en la oscuridad, la esperanza es la llama que aviva la resiliencia y el deseo de sobrevivir aún en las circunstancias más adversas.

El 12 de diciembre, Fernando Parrado, Roberto Canessa y Antonio José Vizintin Brandi emprenden una búsqueda desesperada de ayuda. Canessa reflexiona sobre la impactante experiencia de ser declarado muerto y sentir que el mundo sigue sin ti, eliminando cualquier dilema sobre esperar el rescate o tomar acción. Después de diez extenuantes días, durante los cuales ascendieron picos de más de 4.500 metros y caminaron en condiciones adversas y con escasa comida, los dos jóvenes finalmente avistaron a un hombre a caballo. Gracias a él, fueron conducidos a su finca, donde esperaron la llegada de los equipos de salvamento. Así, contra todo pronóstico, lograron ser rescatados y estaban a salvo.

Superando la Adversidad: El Poder del Propósito y el Liderazgo Humano

Solo dieciséis sobrevivieron, es probable que estos dieciséis no sepan con total certeza porque Dios permitió que vivan ellos y no otros dieciséis. Cuando sucede algo así, sería absurdo descartar que la persona no tiene un propósito de vida, una misión personal que lleva consigo profundos rasgos de humildad, grandeza, fortaleza y otras virtudes que se constituyen como el factor clave para vencer la adversidad y abrazar a tu comunidad.

Abrirse y aceptar la realidad es el punto de partida para iniciar el camino de tu propósito. Asimismo como declara Roberto Canessa es fundamental implantar un liderazgo de ideas buenas y verdaderas, encontrar a personas capaces de ejecutar dichas ideas y un equipo alineado por una misma causa. Es posible sobreponerse a la adversidad, es posible huir de la exageración del lujo, es posible despojarse del ruido, de la superficialidad, de los vicios y dar cabida al humanismo en un mundo que lleva consigo fuertes tintes de inhumano.

“No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”